sábado, marzo 04, 2006

El Desertor

´¨
El desertor En el patio coca-cola todo sigue como siempre, nos encontramos de vez en cuando todos. Los que somos, o en realidad los que queremos ser. Otra vez Andrés no ha venido a la universidad. Es la segunda vez en esta semana y sin embargo parece que hubiese estado siempre, las cosas continúan su sinuosa marcha. Es extraño; lo he visto por los pasillos y ya no es el mismo. No sé por que pero cada vez que lo veo me da muy mala espina. Los demás siguen igual, Fernando por ejemplo, es “el alma de la fiesta”, todo es risa y comentarios jocosos, cuando está. Incluso se diría que cuando no ha llegado todos ruegan para que venga pronto, ya que, sin el aburrimiento les carcome los pies. , De pronto las risas se interrumpen, una conversación entra al ruedo, el tema: “el partido de baby fútbol en segundo año contra los de a otra sección, sin entender por que, todos cuentan en la plantilla de asistentes, sin embargo, faltaba el quinto jugador. Francisco jugo al arco, Andrés y yo nos quedamos en la defensa, y un tal pedro jugo de galleta, en realidad las galletas fuimos nosotros cuatro(es que éramos muy malos). “Sin embargo, ganamos”; las risas interrumpen estrepitosamente, las bromas comienzan a ser lanzadas, los que jugaron versus los que no jugaron. Sin embargo un ambiente extraño envuelve a las risas y al quinto jugador de la plantilla, aún no lo he podido recordar. Cada vez me encuentro con menos personas, muy pocos amigos a quien saludar en los pasillos. Un día en que caminaba sólo hacia los pasillos de los computadores vi a Andrés, estaba en el extremo opuesto, cerca de las escaleras, me miro e hizo esa seña, como diciendo “ no se”, y luego se marchó escaleras abajo. Lo seguí para preguntarle algo, pero aunque corrí no lo pude alcanzar. ¿ Como alguien puede bajar cuatro pisos de una escalera descubierto sin ser visto? No lo sé. Andrés ya casi no viene a la universidad, en internet siempre está, pero no responde. Mis compañeros dicen que lo han visto en la universidad y no los ha saludado. Es extraño, no se han peleado y nadie tiene mala onda con el. Un día en que entraba a clases a las 8:15 a.m. me pareció verlo entrar al baño, sin embargo, al entrar al baño, este estaba vacío y el fuerte olor a cloro de las trapeadores que usaban las tías para limpiar los baños por las mañanas se mezclaba con un extraño aroma a nueces. Desde ese día todo ha sido normal, Andrés ya no se ve casi nunca y cuando se le divisa es por las tardes. En un principio todos preguntaban por él y un triste aire se mezclaba con el rumor de reproche que generaba su tan expuesta irresponsabilidad, sin embargo ya nadie preguntan, ni se dan el tiempo de saber de él. Al preguntar por si lo han visto incluso contestan preguntando: ¿Quién.... ?, lo cual me parece inconcebible, pero encararlos solo acarrearía una lluvia de bromas y risas, por lo que mejor prefiero dejar las cosas como están.. Al pasar por donde vive, su edificio ya no es el mismo, parece tener mas pisos y donde antes había una pesada reja de hierro ahora está una recia puerta de madera muy vieja, que exhibía una gastada placa de bronce que se leía: “ALCOHOLICOS ANÓNIMOS “, sin embargo el número y la calle eran las correctas. Después de esa visita no lo he vuelto a ver, su teléfono ya no llama y mis compañeros, solo... lo olvidaron. A veces pienso que solo no existió y que solo fue un invento mío para llenar algún vacío afectivo, sin embargo no lo creo así. En los registros no aparece su nombre y todo demuestra que el loco soy yo. En el patio coca-cola todo sigue como siempre, de vez en cuando nos juntamos todos, los que somos o los que queremos ser. Mis notas no van muy bien, siento que mi capacidad no es suficiente y mis compañeros de estudio ya no lo son. Habitualmente me veo solo en mis diversas actividades diarias, ya sea almorzando o pidiendo libros, cada vez nos veo menos y las reuniones en torno a una bebida ya son menos habituales. Cada día me siento con menos ganas de ir a la universidad, los profesores ya no me ubican y ni siquiera computadores puedo encontrar desocupados. Algo raro pasa... Mis padres me preguntan que es el olor es ese que me impregnaba, en un principio pensé que era mi tabaco, sin embargo ahora incluso yo lo siento y me ha comenzado a incomodar. Escomo un olor a nueces...
En un reloj del paseo ahumada veo la hora, estoy desconcertado, no se lo que paso, no recuerdo nada y no se como legue aquí. Solo mí mochila me acompaña, no tiene “un cuaderno”, busco mi pase escolar desesperadamente y no lo encuentro. No tengo ningún peso en mis bolsillos, decido ir a la universidad, ahí, pienso: “mis compañeros me prestarán para la micro”. Generalmente caminando a Macul me demoraría dos horas, sin embargo, hoy ha sido mucho menos, cada árbol, cada plaza me da más ganas de ir a a U. y hacen el camino más corto y agradable. Al llegar a la universidad una pizarra exhibe una montonera de avisos: “Se necesita en bienestar a los siguientes alumnos...”,”Gran fiesta...”,alumnos que presentan problemas de avance curricular...” y otros tantos recados de alumnos para otros alumnos con leyendas sobre donde encontrarse. Una bullente masa de personas se mueve por los pasillos, algunos se van, otros llegan, sin embargo, nadie conocido y paso sin pena ni gloria hasta el punto de encuentro obligado, el patio coca-cola. Por suerte están todos ahí, Fernando, francisco, Fabián, Roberto e Ignacio. Allegar nadie me saludó y ni siquiera me miran, en un principio pensé, “será alguna broma”,así que me siento y no los pesco, pero los minutos pasaban y me excluían olímpicamente delos temas, simplemente no se percataban de mi presencia. Malhumorado pensé en irme, pero cuando estaba recogiendo mi mochila, Fernando con un dejo de preocupación decía: “¿Dónde está Juan Carlos?, no ha venido en días, ¿Le habrá pasado algo?,al principio pensé que era el colmo delas bromas pesadas pero luego me di cuenta de que lo decía en serio, ya que, en el grupo se escuchaban respuestas como: no sé, no lo he visto”, “ andaba más raro...”,”ya ni pesca, llego cambiadísimo de las vacaciones, yo no lo pesco más...”.
Me sentí muy mal, el mundo me dio vueltas, les grite, trate de golpearlos, pero mis golpes eran como fantasmas que traspasan una pared. Me pasee frente a ellos saltando(fue lo único que se me ocurrió con la desesperación) Con los ojos llenos de lágrimas, pero ellos no me miraban siquiera, en sus caras había la despreocupación de quien nada espera. Sin querer, dentro del frenesí de mi desesperación, creí ver a Andrés; Me miraba con los ojos llenos de lágrimas, me sonrió y se seco las lágrimas, con un ademán me invito a que lo siguiera, una palmadita de su mano en mi hombro fue el gesto que lo dijo todo, en el se encerraba compañerismo, compasión y alivio. Caminamos por el largo y vacío pasillo(extrañamente el mismo de hace unos minutos) hacia la calle, en el final del pasillo, a la entrada de la universidad nos esperaba él. Sí, él. Waldo, el quinto jugador; me ofrece una bolsa de nueces, las recibo y sin palabra alguna nos marchamos los tres hacia el olvido. Juan Carlos Porma S.